Podríamos decir que es de los pocos locales de Barcelona donde los jóvenes que iban ayer son los padres de los jóvenes que vienen hoy. Es sorprendente que, aunque el tiempo y las diferentes modas han ido pasando, la vieja taberna no haya cambiado ni un ápice.
Los bancos y las mesas de madera, las sillas de boga, la piedra centenaria de las paredes… Su estilo radica en su encanto, que guarda siempre un aire rústico y desenfadado.
Lugar mítico donde encontramos diversidad de gente, muchos de ellos extranjeros, que tienen como visita “obligada” el paso por nuestro local, no se quieren perder su especialidad : la sangría y las jarras de cerveza. Además dispone de una pequeña carta para picar algo o comer unas tostadas con embutido a cualquier hora. ¿Podríamos decir que hemos creado un referente?
La Taverna de la Oveja Negra no es solamente diversión, sino que también tiene una relevancia a nivel histórico y urbanístico. Este edificio del siglo XVII fue un convento de monjas que después se convirtió en un almacén de trigo de la ciudad de Barcelona.
De aquí el nombre de la calle de “Les Sitges”, que después fue un lavadero público del Raval… formando parte de los edificios catalogados para el patrimonio de nuestra ciudad.